OPINIÓN: Campaña enferma

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La pandemia del coronavirus ha enfermado la campaña electoral y las elecciones nacionales marcadas para el 5 de Julio. El virus se ha globalizado como la mayoría de los intercambios entre naciones, trayendo consigo el contagio y la muerte de cientos de miles de personas que habitan el planeta.

Como ya se sabe y se prevé el coronavirus se ha expandido casi por todos los países del mundo y no hay vacuna ni medicamentos para tratar la enfermedad. Por eso es una amenaza que según se dice vino para quedarse y proseguir su devastación que se estima en más de 250 millones de habitantes en unos dos años.

Pero no solo en vida y salud han sido sus daños a la humanidad, sino que la pandemia ha zarandeado la institucionalidad sanitaria de la mayoría de las naciones, así como sus sistemas económicos, cuyos daños se traducirán en desempleos masivos, destrucción de la capacidad productiva de los países, con enormes pérdidas financieras, que debilitarán a los gobiernos envolviéndolos en severas crisis económicas y sociales, al tiempo que se elevarán los niveles de pobreza y de miseria para cientos de millones de habitantes del planeta.

En nuestro país, las autoridades políticas y de la salud pública hacen esfuerzos por mantener bajo control los estragos de la pandemia, presentando estadísticas, que aunque subestiman la realidad por el déficit de las pruebas, en ciertas ocasiones los indicadores  fatales se elevan, tal como se puso en evidencia este fin de semana, cuando las muertes se dispararon mucho más allá de lo habitual.

Y aunque el gobierno ha desplegado una serie de medidas de alivio económico, son muchos los sectores de la economía que se han visto perjudicados por los estragos de la pandemia, elevando el desempleo y borrando de un plumazo los logros enarbolados por el gobierno por haber sacado a millones de la pobreza y de la pobreza extrema.

Pero el  impacto de la pandemia se ha extendido a la política dando lugar a la más extraña de las campañas electorales, donde oficialismo y la oposición no podrán hacer sus actividades acostumbradas de convocar a grandes manifestaciones, ya que con ello romperían el protocolo sanitario establecido por las autoridades, siguiendo las recomendaciones de la OPS y la OMS.

Justo a cuatro días de las elecciones se terminará la última extensión de la emergencia y del toque de queda, y en este momento se desconoce si no se pedirá otra extensión de la emergencia, con lo cual podrían no producirse las elecciones. De concederse su celebración, el pánico podría alcanzar tales niveles que podrían inducir a una abstención histórica, reduciendo su representatividad y legitimidad.

También la pandemia ha reducido la campaña a una gran exhibición del asistencialismo de parte de los principales candidatos, mostrando un humanismo utilitario y oportunista, con lo que se profundiza el proceso de legitimación fáctica de los poderosos, y perjudicando los sectores democráticos y a la legitimidad democrática, criterio fundamental del régimen de la democracia. En consecuencia, los estragos de la pandemia desde el punto de vista de la estabilidad política podrían ser también sin precedentes.

¡Se trata, pues, de una campaña enferma y vacía de valores democráticos!

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