Por Lincoln López
El reciente y lamentable fuego iniciado hace algunos días en la importantísima zona verde de la Amazonía, continúa devorando parte de los 6,7 millones de kilómetros cuadrados, poniendo nuevamente en el centro de la atención mundial el problema : El Cambio Climático, porque no solamente afecta a América del Sur sino todo el planeta.
De ese ecosistema se beneficia la humanidad de diversas formas: “contribuye a controlar el ciclo hidrológico, las lluvias, y almacena una gran cantidad de carbono”, según el Ministerio de Ciencia y Tecnología de Brasil. Además, del enorme beneficio económico que reciben varias industrias: por la explotación de la madera, las materias primas para la medicina, la belleza, la alimentación, entre otros.
Según el Fondo Mundial para la Naturaleza, la Amazonía alberga más de 40,000 especies de plantas, contiene más de 6,000 especies de animales, y alrededor de 3,000 especies de peces agua dulce. También habitan allí miles de especies invertebrados con muchas otras especies que aún son desconocidas para la ciencia. A esto hay que sumar que en esa zona habita cerca de un millón de indígenas, divididos en alrededor de 400 pueblos. Cada uno de ellos tiene su propia cultura y habla su propia lengua.
Todo ese inmenso sistema ecológico está en camino a disminuirse significativamente, y entonces, el planeta no será el mismo de antes. Por esa razón, Leonardo Boff, teólogo, ex-sacerdote franciscano, escritor, profesor y ecologista brasileño ha acusado al actual Presidente de Brasil de ser el responsable de esta acción, y por la cual “debería ser juzgado por la Corte Suprema contra los crímenes contra la humanidad”; lo cierto es que lo sucedido en las selvas brasileñas, ha sucedido en otras sociedades del mundo, aunque en otras proporciones.
Lo cuestionable del caso es que con el nivel de conocimiento alcanzado por la humanidad, y, con ella, de tecnología, de contar instituciones internacionales especializadas y de establecer políticas medioambientales, los resultados logrados hasta la fecha arrojan un saldo negativo; es decir, no hemos sido capaces de disminuir el deterioro del planeta. Este deterioro tiene una causa y un responsable principal: el hombre. Y como toda causa tiene un efecto, cuando colapse la forma vida que conocemos, no desaparecerá el planeta, sino la vida del ser humano.
El planeta tierra no está en peligro, no es una frase irónica, ni una metáfora. Es una realidad argumentada por especialistas en la materia cuando exponen: “Parece que va a suceder, la extinción de la vida humana. Nos estamos encaminando hacia la sexta extinción de la forma de vida en el planeta… y esta será por la intervención exclusiva del hombre”, en conspiración contra consigo mismo….”Las cinco anteriores ocurrieron en el transcurso de millones de años”. (Fuente: W. Magazine).
La situación se ha agravado desde la aparición de la Revolución Industrial, por las modalidades del capitalismo hasta el consumismo actual y por el crecimiento desproporcionado de la población.
Se requiere, pues, ejecutar planes urgentes, inteligentes, equilibrados, globales… para tratar de contrarrestar un próximo desastre.
Termino con esta reflexión del astrónomo y cosmólogo Carl Sagan, sobre nuestra gran responsabilidad con el universo:
“Nuestra lealtad debe ser para las especies y para el planeta.
Nuestra obligación de sobrevivir no es solo para nosotros mismos
sino también para ese cosmos, antiguo y vasto, del cual derivamos”.