No se conoce otro país de América Latina que, como República Dominicana, su Gobierno impulse un diálogo nacional en procura de avenencias para la contención del coronavirus y para relanzar la economía, menos aun cuando todavía la epidermis política se siente lacerada por efecto de una áspera campaña electoral.
El presidente Luis Abinader sostuvo ayer encuentros por separado con los expresidentes Danilo Medina y Leonel Fernández, y con el excandidato presidencial Guillermo Moreno, con quienes conversó sobre la pandemia, su afectación sobre la economía y otros temas relevantes como la selección de nuevos miembros de la Junta Central Electoral (JCE).
Esas reuniones, que se efectuaron en sedes partidarias o académicas, se realizaron en un ambiente de respeto, cordialidad, alineadas con estricto protocolo de prudencia, lo que pone en relieve el nivel de madurez alcanzado por el liderazgo político.
En la mayoría de las naciones del continente, las crisis sanitaria y económica han producido un clima de crispación política y social, drenando la gobernanza y la institucionalidad. Como ejemplos se citan Bolivia, Chile, Ecuador y Colombia.
Sin importar los resultados puntuales de esos encuentros que seguramente incluirán a otros líderes y dirigentes, ese ejercicio dialogante puede definirse como saludable, que suple oxígeno de entendimiento a una sociedad que requiere del esfuerzo colectivo para superar sus males del presente.
Esa iniciativa no procura construir castillo de naipes, ni incentivar alianzas filisteas. Su propósito es y debe ser el de ejercitar la democracia que a su vez se nutre o se alimenta con la diversidad o pluralidad expresada de manera libre por todos los ciudadanos.
Para que se pueda aquilatar la importancia de ese diálogo, se señala que en el día de ayer se reportaron 36 decesos por la covid-19, la cifra más elevada en un día de pandemia. También se prevé que el déficit fiscal sería a final de año superior al 8% del PIB. Y que el desempleo real superaría los dos dígitos.
En vez de censurar o disminuir su trascendencia, la sociedad dominicana debería alentar al presidente Abinader a consultar cada vez que resulte necesario y útil, a los distintos sectores políticos, empresariales, sindicales, académicos y sociales, porque hablando se entiende la gente y así se gobierna mejor.