A pesar de que organismos internacionales y potencias mundiales han reconocido la recuperación económica, repunte del turismo y el control de la COVID-19 en República Dominicana, debido a políticas atinadas aplicadas por el Gobierno, urge planificar una agenda de prioridades e identificar los retos inaplazables para continuar el proceso restaurador de la nación.
Es preocupante que funcionarios estatales y legisladores se alejen de la realidad nacional y promuevan proyectos postergables como atentar contra la libertad de expresión, reforma a la Constitución, creación de una nueva provincia y la reelección presidencial, los cuales ocasionan ruidos innecesarios que perjudican la imagen de la gestión gubernamental.
¿Cuáles son, entonces, los desafíos perentorios del Estado? Quienes están en el poder deben estudiar la situación socioeconómica de la actualidad, elaborar un diagnóstico de la realidad y plasmar alternativas idóneas para sustentar un programa de urgencia en procura de encarar y superar la problemática por la paz social y la convivencia pacífica.
La inflación, criminalidad, crisis energética, conflictos dominico-haitianos y deficiencia del sistema de salud, son males que impactan de manera negativa en la vida de la gente, por tanto, el Gobierno debe ejecutar políticas públicas eficaces para rebasar esas adversidades que desesperan y atormentan a la mayoría de las familias dominicanas.
Que bajen los precios de la comida, seguridad ciudadana, estabilidad del servicio de electricidad y un buen funcionamiento de los hospitales públicos, forman parte de las demandas del pueblo, en virtud de ello, las autoridades deben poner la debida atención a ese clamor y actuar con premura para resolver esos males que fastidian a millones de personas.
Frente a los males sociales y económicos que abruman a la población, los gobernantes están llamados a cumplir con el deber y el mandato constitucional de garantizar los derechos fundamentales y dar respuestas satisfactorias a las necesidades esenciales de las personas; esa es su responsabilidad ineludible y su compromiso humanístico.
Es cierto que factores internacionales como el coronavirus y la guerra Rusia-Ucrania, influyen en una crisis económica global expresada en altos precios del petróleo, incremento de las cotizaciones de materias primas, alza del transporte y aumento de los costos de producción; sin embargo, en cada país es preciso encarar con inteligencia y voluntad política esa problemática por el bienestar colectivo, preservación de la democracia y la dignidad humana.
¡Qué se trabaje, pues, en base a las circunstancias preponderantes, por el sosiego y la tranquilidad de los dominicanos!