OPINIÓN: Preocupación, reflexión e Iglesia

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La preocupación de la Iglesia Católica en Santiago, sobre las diversas problemáticas que afectan a la sociedad dominicana, invita a la población a reflexionar y adquirir conciencia para aunar esfuerzos y voluntades, en aras de solucionar los problemas sociales y humanos que nos competen a todos, como ciudadanos responsables comprometidos con un país mejor.
El Arzobispado de Santiago establece, a través de un editorial titulado “La gratitud que merecen” del periódico Camino, órgano oficial e institucional de esa instancia católica, sugiere restaurar la esperanza perdida y reorientar las expectativas, que sabemos pueden ser realidad con la cooperación de todos los dominicanos.
Tiene razón el editorialista del semanario Camino, porque se necesita con urgencia restablecer la honradez, la integridad, los principios éticos y el amor patrio; todos los sectores deben encarar los desafíos que se tienen por delante en busca de rebasar la crisis general y trabajar en la construcción de una nación grande, fuerte y combativa.
Con su análisis, en el editorial del periódico “Camino”, la Iglesia Católica conmemora la fecha, del 159 aniversario de la Restauración de la República y plantea que “el país necesita otra restauración, pero lejos de la guerra, ahora hay que restaurar la esperanza perdida de tener un país mejor. Sueños que muchos han echado a un lado, y hasta ponen obstáculos para que así sea”.
¿Qué hay que restaurar en República Dominicana? En la nación es preciso restituir la familia, la política, la moral, la fe en Dios y la calidad de vida de la mayoría de la población; esa es una misión que amerita la consagración de la gente al unísono y de ese modo, lograr que el bien se sobreponga sobre el mal.
En cuanto a la política es imprescindible continuar renovándola y aplicarla como ciencia al servicio del pueblo, mediante la continuidad y el reforzamiento de las políticas sociales y económicas basadas en la  igualdad, la equidad y el humanismo.
Otra tarea impostergable, es seguir enfrentando la corrupción, pero eso no puede quedarse en la retórica, sino que debe continuar, y llevarse a la práctica con lecciones paradigmáticas. En cuanto a la familia, hay que recomponerla en torno a los valores de unidad, solidaridad, comprensión, confianza, y amor; recobrando las tradiciones que permiten el rencuentro con las raíces sustentadoras de honestidad y abnegación.
Una responsabilidad crucial es seguir  luchando contra las drogas y la corrupción, porque esos males distancian a la juventud de un futuro promisorio y del buen comportamiento, hay que evitar que sean atrapados por los antivalores.
Que se imponga, pues, la unidad nacional para renovar a la sociedad y a la familia, por una mejor República Dominicana. 

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