Con motivo de haberse celebrado ayer el Día de las Mercedes el Obispo de la Diócesis de la Vega, Monseñor Héctor Rafael Rodríguez, siguiendo el pensamiento cristiano de la Iglesia, pronunció la homilía en la misa de celebración del día de la Patrona del pueblo dominicano.
En dicha homilía el Obispo resaltó algunos de los males que caracterizan la vida nacional, sobre todo los problemas sociales de la delincuencia y la criminalidad, comunes y de cuello blanco, que forman parte de un gran desorden social que conduce a muchos dominicanos a rebelarse contra el orden basado en el respeto a la Ley, la cual debe regir el buen comportamiento de los ciudadanos.
Ese desorden surge de un mal concepto de la libertad del hombre dominicano al romper las cadenas que lo han esclavizado. Esa liberación mal entendida lo ha llevado a la desobediencia y a la conducta desordenada, frente a la cual los gobernantes deben asumir la responsabilidad de corregir mediante decisiones y políticas que marquen el camino del orden, el respeto a la Ley y a la conducta disciplinada y moral.
En ese orden, Monseñor Rodríguez puntualizó una serie de buenas señales que viene dando el nuevo gobierno que encabeza Luis Abinader, quien estuvo presente en el acto religioso, junto a varios de sus funcionarios y representantes oficiales.
De ese modo indicó que constituye una buena señal oficial la disposición del gobierno de responder al reclamo público sobre una Justicia independiente, al designar a los nuevos incumbentes de la Procuraduría de la República y del Ministerio Público, de manera tal que desde esa institucionalidad del Estado, se fundamente la acción de perseguir la delincuencia y la corrupción sobre la base de lo que establecen el derecho y las leyes.
De igual manera el Obispo resaltó, como buena señal, la posición del Presidente de que la JCE y las demás altas cortes, se integren por ciudadanos probos, capaces y de una trayectoria que garantice la independencia de esos organismos, a manera de fortalecer y consolidar la institucionalidad democrática de la nación.
En su homilía siguió señalando como buena señal la implementación de políticas públicas dirigidas a la recuperación económica, así como para mejorar las condiciones de vida de los sectores más vulnerables, cuyos males se han agravados por la pandemia del Covid-19 y por los factores que reproducen la desigualdad social y la pobreza de muchos.
Advirtió sobre dos serias amenazas que acosan la vida de las naciones: la desigualdad social; y la devastación del medio ambiente y los recursos naturales, consecuencias de la ambición insaciable de los agentes económicos que se orientan solo por la rentabilidad y la acumulación de riquezas, sin consideración de las injusticias sociales y la destrucción del habitad donde tiene lugar la vida humana.
Son las advertencias que viene haciendo la Iglesia Católica universal sobre los límites y males del llamado “capitalismo salvaje” y que ojalá las tenga presentes el gobierno de Abinader, al momento de orientar las decisiones sobre la dinámica empresarial. El crecimiento económico debe traducirse en bienestar para todos y en preservación del medio ambiente.
¡Qué esa visión humanista y cristiana ilumine la gestión de gobierno!