OPINIÓN: Acciones contra la violencia

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La violencia se ha convertido en una problemática preocupante y alarmante en República Dominicana, la cual se expresa con exabruptos de muchos ciudadanos, cuyo temperamento causa en múltiples ocasiones desenlaces mortales.
Se trata de excesos brutales dentro de la familia, confrontaciones entre personas por situaciones simples y la criminalidad; eso quebranta la convivencia pacífica e inquieta a las familias dominicanas.
En la cotidianidad se protagonizan episodios fatídicos que dejan muertos, heridos, huérfanos, depresión y el deterioro del estado emocional de mucha gente; se trastorna la tranquilidad de la población.
Homicidios, crímenes horrendos, asaltos, violaciones y otras manifestaciones bruscas asustan a los dominicanos, porque todos temen ser víctimas de las agresiones perpetradas por desaprensivos que no respetan la vida de los demás.

Durante la pasada semana, la violencia se  incrementó en diversas localidades del país y sobresalió el trágico suceso escenificado en  Santo Domingo, tras el exdirector de la Dirección Nacional de Control de Drogas, vicealmirante Félix Alburquerque Comprés, matar al locutor y animador del equipo de béisbol  Leones del Escogido, Manuel Duncan,  hecho que  ha consternado a la sociedad.
La semana concluyó con otra tragedia que conmocionó a la población, luego de que  un agente de la Dirección General de Tránsito Terrestre (Digesett) matara a su expareja, a la madre y a una hermana de ésta y también a un hombre que lo persiguió después del triple homicidio, en el sector Los Coquitos del municipio de Los Alcarrizos.
Frente a la violencia que azota a la nación, es pertinente poner en marcha una cruzada nacional y propiciar una cohabitación sosegada entre los dominicanos, pues, solo así habrá estabilidad, paz social, seguridad y tranqui­lidad.
¿Qué hacer, entonces? En primer lugar es preciso desarrollar un programa de educación y orientación con los fines de formar a los ciudadanos en valores y virtudes para que adquieran conciencia sobre la importancia de  respetar el derecho a vivir, practicar la solidaridad y sustituir el odio, la intriga e instintos violentos por sensatez, cooperación y amor.

Además, las autoridades deben regular la expedición de la licencia sobre porte de armas de fuego y basar esa certificación en estudios psicológicos y análisis que permitan determinar si los ciudadanos tienen autocontrol de sus emociones, si no consumen drogas y si su  accionar está sujeto a una buena conducta.
En fin, Gobierno  y ciudadanía deben marchar juntos en torno a un plan que tenga como soportes acciones contundentes para combatir con eficacia la violencia, por una coexistencia serena cimentada en la tolerancia y el respeto a la vida.

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