Situadas por encima de lo ordinario, las interrupciones del fluido eléctrico activan protestas en barrios del Gran Santo Domingo y otras ciudades del país a pesar de que el incremento de lluvias inyecta energía estable desde el conjunto de presas y las bajas temperaturas reducen el uso masivo de los acondicionadores de aire.
Está dramáticamente expresado que el consumo a todos los niveles y no solo en sectores populares y residenciales, está superando notablemente la capacidad de los proveedores y motivando con más frecuencia que antes a los usuarios industriales, hoteleros y de plazas comerciales a utilizar plantas propias o recurrir al alquiler de unidades móviles auxiliares, un negocio particular en franca expansión.
Una situación deficitaria que castiga a miles de clientes en momentos en que se informa de progresos importantes en la generación de electricidad de fuentes renovables eólicas, de biomasa y solar haciendo que el autoconsumo comience a ser una realidad prometedora; un progreso empañado por reportes oficiales de crecientes pérdidas de las distribuidoras que en el recién finalizado año se situaron en 37.4%, con un 1.4% más que en el período anterior.
Con todo y que al menos Edesur redujo su plantilla de empleados sin que por eso dejaran de incrementarse los gastos operativos de las tres intermediarias en US$49.9 millones en 2024. Otro balance de onerosas limitaciones para cubrir costos se manifiesta en insistentes retrasos de la Edes en pagar suministros imprescindibles para sus servicios a los proveedores independientes de los materiales que requieren sus desempeños.
Incumplimientos con los que el sector público de la energía traslada a otro eslabón vital del ámbito eléctrico las consecuencias financieras de las infuncionalidades al cobrar y evitar pérdidas en redes fallidas por retrasos de inversiones.
El efecto dominó de millonarios incumplimientos de pago están vaticinados por los que saben como de potencial daño de gran magnitud al complejo eléctrico nacional. Las demoras en honrar obligaciones de pago también golpean riesgosamente a contratistas de otras áreas que las edes emplean para mantener la calidad del servicio.