A las nueve de la noche, cuando las trompetas sonaron por primera vez, ya había 20 mil personas abarrotando el Movistar Arena de Colombia. La expectativa flotaba en el ambiente. Era un ritual, una ceremonia para adorar al último de los dioses de la salsa.

Daddy Yankee y Rubén Blades, entre las estrellas del Superconcierto Feria de Cali 2016

Acompañado de una big bang con 30 músicos de su entraña panameña Rubén Blades ofrecía Salswing, un espectáculo de salsa que también era jazz y swing, un homenaje al oficio de cantar que pasaba por revivir a su amigo Héctor Lavoe y también a Frank Sinatra. A las nueve y cinco de la noche del sábado 2 de abril, cuando empezó a frasear Caminando, Rubén Blades era más que nostalgia.
A los 74 años ha logrado mantener un físico envidiable con base a una rutina de tres horas diarias de ejercicios guiados por su entrenador, Francisco Jaime, en un gimnasio de boxeo en Chelsea, Nueva York, a unos pasos de la casa de 500 metros cuadrados en donde se refugia del mundanal ruido. Sin miedo a la altura que doblegó hace dos semanas a Miley Cirus, la ídolo del pop norteamericano a la que le lleva 40 años, Blades nos pidió calma, tranquilidad, después de abrir su presentación con su eterna Caminando y nos prometió, de entrada, que la fiesta se extendería hasta la una de la mañana. No defraudó y logró algo que es muy difícil cuando se tiene su estatura: ser fiel a su legado.
Rubén Blades: 70 años de música y palabras afiladas
En 1968 Rubén Blades tenía 20 años y la salsa apenas nacía. El empresario Jerry Masuchi erigió en plena Quinta Avenida un edificio de cuarenta pisos que era el corazón de la FANIA, el sello disquero con el que el sonido más potente del Caribe conquistaba el mundo. Mucho más allá de la pachanga, de la necesidad rumbera, el nuevo sonido era el altavoz por el que millones de excluídos de este continente podrían contar sus historias, denunciar sus injusticias.

A los 16 años Blades tuvo un primer despertar de la consciencia cuando participó activamente de las protestas del 9 de enero de 1964 contra la ocupación yanqui del Canal de Panamá. Él fue uno de los estudiantes que participó en las protestas contra la embajada norteamericana pidiendo que se fueran. Toda la pesada y mortífera maquinaria de Lyndon Johnson, entonces presidente de EEUU, la sintieron los panameños después de que sus tropas asesinaran a veinte estudiantes. Rubén, cronista, nunca olvidó la masacre y producto de esto escribiría década después Patria, uno de sus himnos.

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