Uno de los principios de la institucionalidad democrática civilizada, se refiere a la alternancia en el poder, cuya institucionalización en los sistemas políticos consolida el cambio de mando, de acuerdo a la fórmula que contempla la Constitución en las naciones democráticas.
En nuestro país ese principio ha sido difícil de estabilizar y ha predominando más la práctica de la reelección y del continuismo, derivados del modelo de dominación caudillista que ha estado asociado al autoritarismo y al poder fáctico de las oligarquías.
Por esas razones bajar del poder y del Palacio, se vive como una especie de “bochorno” o un acto de vergüenza por el cual no quisieran pasar los gobernantes. Y por eso también el traspaso del mando en una ceremonia solemne en el Palacio del Congreso de la República, se convierte en un trago amargo por el que deben pasar los gobernantes salientes.
En ese marco de actuación, aunque es inédito que un presidente no asista a la ceremonia del traspaso de mando, la negativa del Presidente Medina de no acudir a la ceremonia de toma de posesión de las nuevas autoridades este próximo 16 de agosto, no solo ha sorprendido a la comunidad nacional, sino que la justificación de esa negativa bajo el alegato de las exigencias de los protocolos sanitarios, no resulta creíble ni convincente, sobre todo cuando el mandatario se ha pasado las últimas semanas de su mandato participando activa e intensamente en los actos de inauguraciones de diversas obras públicas.
El hecho, en consecuencia, marcará un antecedente también negativo en la hoja de vida política del Presidente, que podrá interpretarse como una evidencia de su débil convicción sobre la cultura institucional de la democracia, así como de su baja valoración sobre el cumplimiento de las leyes y las prácticas que les sirven de sustento a la democracia.
En el Presidente parece que han estado más vigentes las categorías axiológicas de la cultura tradicional que ha privilegiado en nuestro país la cosmovisión de la dominación personal y su modelo de jefatura caudillista, que desconoce y desprecia la institucionalidad del cambio de mando, apegándose al patrón del continuismo y la reelección.
La institucionalización del cambio, correlato del principio de la alternancia, es uno de los serios desafíos en el futuro político dominicano, y que el próximo gobierno deberá asumir como propósito durante su gestión, si es cierto que profesan la instauración de la cultura democrática y la alternancia en el mando en nuestra nación.
¡Consolidemos y respetemos las buenas prácticas de la democracia!
Ceremonia de toma de posesión
A propósito del acto de cambio de gobierno que se efectuará en la Asamblea Nacional el próximo 16 de agosto, los organizadores de ese acto protocolar, que tendrá como invitados al cuerpo diplomático y dignatarios invitados, dentro de los que se encuentra la delegación de los EE.UU encabezada por el señor Pompeo, Secretario del Departamento de Estado, deberán aplicarse a fondo para asegurar que la larga tanda de apagones que se están produciendo por la salida de una decena de plantas de generación de energía, no afecten y afeen el acto solemne de trasmisión de mando.
¡Cuidado con esa logística!