A yer domingo, finalizado el toque de queda, y el próximo miércoles el estado de emergencia, el destino de República Dominicana ante la covid-19 quedó al libre albedrío de la población, de cuyo nivel de conciencia, obediencia, observancia y civilidad dependerá la cantidad de contagios y muertes y el futuro de la economía.
El presidente Danilo Medina anunció el pasado viernes una declaratoria oficial de emergencia sanitaria para garantizar el cumplimiento de las disposiciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero desde ayer no hay confinamiento ni restricciones mayores, por tanto, el peligro es inmenso.
La desescalada hacia la nueva normalidad será total con la apertura del sector turismo, anunciada para este 1 de julio, que permitirá incorporar a miles de trabajadores en hoteles y restaurantes a nivel nacional, lo que coincide con el incremento de la producción manufacturera y de otros servicios.
Derechos constitucionales como los de tránsito y de reunión quedan restablecidos con lo cual se agrava el riesgo de contagio, toda vez que la gente se aglomera en lugares cerrados y abiertos a cualquier hora del día y la noche sin ningún tipo de restricción, en razón de que el Presidente adelantó que no solicitará extensión del estado de emergencia.
Naciones como Estados Unidos, Chile, Perú, México, Brasil, Argentina y Colombia experimentan pronunciado incremento de contagios y muertes por coronavirus, lo que ha obligado a gobiernos y autoridades de salud a paralizar o ralentizar programas de desescaladas, un cuadro dramático que podría reeditarse aquí.
Aunque ya resulta imprescindible retomar el sendero de las actividades económicas y productivas, la población debería entender que, como advirtió el presidente Medina, la covid-19 está en la calle y que su profusión haría colapsar en breve tiempo el sistema nacional hospitalario.
Se resalta como muy positivo la decisión presidencial de extender hasta el mes de agosto los programas de transferencia económica en favor de miles de trabajadores suspendidos y familias en estado de vulnerabilidad, lo que obliga a los beneficiados a corresponder con debida observancia del protocolo de prevención de la pandemia.
El empresariado ha reiterado el compromiso de aplicar de manera estricta en sus los protocolos de prevención del coronavirus, pero sin el concurso de todos los ciudadanos todo esfuerzo sería como arar en el desierto, por lo que a partir de hoy del buen albedrío de cada ciudadano pende el futuro de la nación.