Sobre el comportamiento riesgoso de una minoría de la ciudadanía recae la mayor responsabilidad por el rebrote del coronavirus y el peligro de colapso del sistema hospitalario y de la imposibilidad de cumplir con el programa de reapertura de la economía.
Las estadísticas marchan indetenibles a superar la barrera de los mil muertos y hay 51,370 infectados por la covid-19, pero es mucha la gente que, como dijo el presidente Danilo Medina, ha cogido de relajo una tragedia que ya ha cobrado la vida a unas 300 mil personas en América Latina.
Que no se hable de inmadurez, sino de irresponsabilidad de una juventud desacatada que a diario improvisa fiestas o jolgorios en lugares abiertos o cerrados como si fueran competencias para contraer el virus y contagiar a los demás.
En momentos tan aciagos ¿qué tan difícil puede ser que los ciudadanos usen mascarillas, eviten aglomeraciones, se laven con frecuencia las manos y observen distanciamiento físico? A causa del comportamiento antisocial de una minoría, la población tendrá que someterse a nueva modalidad de confinamiento.
Es por eso que se reclama de las autoridades la aplicación estricta de la ley contra todas las personas que violen el protocolo de prevención sanitaria, todas las cuales deben ser arrestadas y sometidas a los tribunales. Si no puede ser por las buenas, que sea por las malas.
La covid-19 ha causado hasta hoy 942 decesos, lo que causa dolor y pesar a familiares, amigos, relacionados y a toda la sociedad, como ha sido la muerte del cantautor Víctor Víctor, a causa de ese letal virus pandémico.
Víctor Víctor alcanzó la categoría de gran referente del arte y la cultura dominicanas por su talento artístico y porque fue uno de los principales promotores del folclor nacional y antillano.
Taladra el alma saber que gente buena muere ante el embate de un virus contra el cual todavía no se ha descubierto una vacuna, mientras una parte de la población no llega a entender el peligro que representa esa pandemia. Que Dios acoja en su regazo el alma de Víctor Víctor.