El resurgimiento de las acciones delincuenciales perturba a la población dominicana, debido a que los facinerosos se apoderan de las calles y los espacios públicos; la gente está asustada porque teme ser blanco de ataque en cualquier momento.
Hay que reconocer los esfuerzos y voluntades del Gobierno Central que sustentan un programa contra la delincuencia en procura de garantizar la tranquilidad, pero es pertinente revisar la estrategia con los fines de definir planes más eficaces para controlar a los delincuentes.
La sociedad no puede continuar a merced de los criminales, por tanto, el Ministerio de Interior y Policía y la Policía Nacional deben actuar con responsabilidad para proteger vidas y propiedades.
Reportes periodísticos revelan el incremento de la delincuencia, situación expresada en crímenes horrendos, asaltos, atracos y robos a granel en todo el país; esa realidad infunde miedo en la población.
Proliferación de pandillas juveniles, bandas que se disputan el tráfico y venta de drogas, “ladronzuelos’’ que realizan múltiples robos y los temibles encapuchados que azotan en barrios, urbanizaciones, arterias comerciales, complejos turísticos y las plazas donde operan diversos negocios, generan un ambiente de zozobra.
El accionar de los malhechores es cruel, porque actúan con “sangre fría”, por tal razón, no les importa la vida de las personas, solo buscan obtener dinero por la vía fácil, por consiguiente, no se pueden enfrentar con “paños tibios”, es preciso combatirlos con drasticidad.
Alarma que en 72 horas fueran asesinados por balazos cinco hombres y una mujer, mientras un turista fue torturado y ahorcado en una zona turística; esas estadísticas causan escalofrío.
Un informe preliminar establece que los crímenes más recientes se registraron en La Vega, Villa Altagracia, Distrito Nacional, Gaspar Hernández, San Cristóbal y Las Terrenas, Samaná, cuyos hechos sangrientos han estremecido y consternado a la población.
Que se redefina, entonces, la estrategia contra la delincuencia en aras de contrarrestar a los “forajidos” por la paz social y la cohabitación pacífica en República Dominicana.
Desborde de la violencia
El asesinato del excandidato presidencial y líder haitiano, Eric Jean Baptiste, evidencia que la violencia en Haití está desbordada; la inseguridad es desesperante y subsistir es un milagro de Dios.
“La esperanza de vida en Haití es de 24 horas”, escribió en Twitter Baptiste y 48 horas después de ese mensaje, fue acribillado por miembros de la banda “Ti Makak”.
Urge acudir en auxilio de Haití, porque el pueblo no aguanta más la embestida de la violencia.