La inseguridad alimentaria, incremento de las migraciones, insalubridad, corrupción y la confrontación por intereses económicos y políticos entre las naciones que conforman las potencias mundiales, sumergen a la humanidad en una profunda crisis socioeconómica global.
Organismos como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Comisión de Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y Banco Mundial, prevén a corto plazo una hambruna devastadora y muestra de esto es el aumento sustancial de las personas afectadas por el hambre.
Con relación a la insalubridad, el rebrote de la pandemia COVID-19 y la aparición de la viruela del mono, asociado al empeoramiento de afecciones tradicionales como gripe, neumonía, dengue, hipertensión arterial, alzas de los precios de los medicamentos y las temibles enfermedades de cáncer, diabetes y cardíacas, conforme a resultados de investigaciones científicas, la salud de millones de seres humanos se ha deteriorado.
A diario crece la emigración desde los países con mayores problemas sociales y económicos, en especial de África, América Latina y Asia, porque la gente huye de la pobreza, el hambre y la marginación; los emigrantes transitan rutas peligrosas con el objetivo de mejores horizontes y subsistir en cualquier circunstancia.
También la corrupción ocasiona graves daños a las sociedades, en la medida que funcionarios públicos desvían cuantiosas sumas de dinero del erario con fines particulares, a expensa de la desgracia de la mayoría de la gente.
Potencias mundiales agrupadas en el G20 y G7 se enfrascan en luchas por sus intereses políticos y económicos y poco le importa el bienestar colectivo, por ende, los gobernantes y la clase dominante no piensan en el bien común.
La problemática es dramática e inhumana, la cual se ha agravado como consecuencia de la guerra Rusia-Ucrania; sobrevivir hoy es difícil, porque se está abandonado a la suerte de la naturaleza.

Frente a este cuadro deprimente, urge que se ejecuten programas para producir los alimentos necesarios, garantizar salud, frenar la migración, erradicar la guerra y la violencia, humanizar a los estados, poner fin a los conflictos entre los poderosos por razones políticas y económicas, distribuir de manera equitativa las riquezas que se producen y aplicar políticas públicas eficaces orientadas a responder a las necesidades básicas de la población, porque solo así habrá paz social a escala planetaria; esos son los retos de quienes controlan los poderes político, social y económico.
Ojalá, entonces, los poderosos del mundo adquieran conciencia sobre la importancia de trabajar por el bienestar y la felicidad de la humanidad.