La población no se acaba de reponer del asesinato por su padrastro de una adolescente de 17 años cuando es estremecida por otros dos feminicidios que causan más conmoción. Perla Taveras, quien residía con su abuela en el sector La Zurza, fue violada y ultimada por Delion Santana Matos, de 27 años.
El cadáver fue encontrado en las proximidades del río Isabela. Tan devastador como el crimen de la adolescente han sido los casos de María del Carmen Peguero Jiménez, también de 17 años, ultimada por su pareja, identificada como Rafael Thevenín Almánzar, de 63 años, en La Vega. En Rancho Español, Samaná, Judith Antonia Pérez de la Nuez fue ultimada de múltiples heridas de arma blanca inferidas por un hombre solo identificado como Janieri.
Las autoridades tendrán que abrir el ojo sobre los feminicidios y crímenes tan espantosos. No basta, como se ha advertido en otras ocasiones, con la detención y sometimiento de los homicidas. Hay que tratar de desmontar la estructura que provoca la espantosa epidemia de feminicidios que se propaga desde hace tiempo por todos los confines del territorio.