OPINIÓN: Protestas en EE.UU

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EE.UU de América ha sido fuertemente castigado por la pandemia del coronavirus, encabezando a todos los países del mundo en afectados y fallecidos, siendo New York la ciudad más afectada, donde han muerto más de un millar de dominicanos.

La magnitud de la pandemia en ese gran país ha sacudido la institucionalidad sanitaria y económica de esa gran nación, cuyos efectos negativos se habrán de sentir en nuestro país en términos de reducción de remesas de los dominicanos; de las exportaciones sobre todo de zonas francas;  y disminución del flujo de turistas.

La prensa norteamericana y la opinión pública han criticado la actitud de su Presidente, Donald Trump, al querer darle prioridad a la apertura económica por sobre la situación sanitaria, exhibiendo las escasas condiciones de un estadista, más preparado y motivado por los intereses del mercado y de los negocios. Actitudes similares ha asumido en Brasil su Presidente Bolsonaro, también muy criticado por la opinión pública brasileña.

Es en ese contexto que ha surgido el asesinato por parte de la Policía de Minneapolis de un ciudadano estadounidense de color negro, hecho que ha levantado a los americanos en protestas en diferentes estados de la federación, las cuales han dado lugar a saqueos, desórdenes y vandalismos, que a su vez han provocado la represión policial y militar para intentar aplacar la fuerte ola de protestas desatadas.

El hecho también recrea el viejo sentimiento y la cultura de la discriminación racial que tantos mártires ha producido a lo largo de la lucha antiracial en ese país. Esa cultura de intolerancia racial tiene lugar en un gobierno encabezado por un presidente que representa el movimiento mundial animado por  la doctrina extrema del “libre mercado” que fomenta la emergencia de las fuerzas de las derechas en todo el mundo y la vuelta a un nacionalismo proteccionista, que se manifiesta contra el inmigrante y las minorías étnicas, así como contra la protección del medio ambiente.

Como expresión de esa mentalidad que privilegia el uso de la fuerza bruta, el propio Trump les exige a los gobernadores el uso de la “mano dura” para poner fin a las protestas, haciendo uso de las fuerzas policiales y militares combinadas. En ese orden Trump se queja de los gobernadores que  no “están haciendo uso” suficiente de los militares para reprimir las protestas para imponer el orden.

En ese orden, la democracia norteamericana “defensora de la libertad y de los derechos humanos”, y modelo para la inspiración de las naciones del mundo, se ha transformado en las manos de Trump en un gigantesco escenario donde predomina la “barbarie” en vez de la “civilización” occidental, y que prodiga la prosperidad idealizada en el “sueño americano”. La pandemia y el “neoliberalismo endógeno” de Trump, se han encargado de distorsionar los ideales del modelo de la democracia de los EE.UU.

¡Cuestionemos la raíz de esa reconversión!

Una tonta reflexión

En los escenarios académicos en el campo de las ciencias sociales, se decía que detrás de una buena y exitosa práctica, había siempre una buena teoría.

Los políticos dominicanos enfrascados en la lucha por el poder deberían preguntarse si sus prácticas de campaña, tienen detrás alguna buena teoría de la política y del Estado.

¡O creen suficiente la ambición y el oportunismo!

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