Suplantar propuestas programáticas e ideas por narcotráfico en una campaña electoral, es una deshonra y una evidencia de la contaminación de una ciencia tan noble y pura como la política.
Avergüenza que el crimen organizado que sustentan narcotraficantes, norme las discusiones político-electorales en República Dominicana, porque es una expresión de la pérdida de principios éticos, valores morales y la voluntad de trabajar en la búsqueda de edificar una democracia participativa y representativa.
También es una afrenta que narcos se infiltren en las estructuras partidarias e instancias del Estado, debido a que abren vías que facilitan sus operaciones criminales; esa práctica es abominable.
Hallazgos en investigaciones científicas, establecen que narcotraficantes aprovechan la crisis socioeconómica y las estrecheces que afectan a la población para permear los estamentos de las sociedades, por consiguiente, los estados tienen una gran cuota de responsabilidad en la expansión del narco, como consecuencia de la ineficacia para garantizar una vida digna.
No hay duda de que las riquezas y bienes que exhiben los narcotraficantes, a causa de acciones ilícitas, ilusionan a muchas personas y las animan a penetrar en el submundo del narcotráfico con el propósito de obtener recursos y lograr notoriedad.
Los narcos destrozan el sistema político, optan por convertirse en entes sociales, confunden a gente pobre y disfrazan planes de supuesta solidaridad para comercializar los estupefacientes, porque al final persiguen producir riquezas mal habidas en todas las coyunturas.
Frente al flagelo de las drogas, las cúpulas de los partidos de la Liberación Dominicana (PLD) y Revolucionario Moderno (PRM), las dos principales fuerzas del sistema de partidos en el país, deben reflexionar y autoxaminarse para adquirir conciencia sobre los retos que deben encarar, en aras de adecentar la política como ciencia y erradicar los factores que contribuyen con la consolidación del crimen organizado.
Es absurdo centrar una campaña electoral en acusaciones y contraacusaciones, mediante las cuales tratan de resaltar cuál de las dos entidades tiene más vínculos con el narcotráfico.
Quienes dirigen al PLD y al PRM deben aunar esfuerzos, energías, recursos y voluntades en la elaboración de un plan de nación, que incluya las políticas que se aplicarán para enfrentar con eficiencia la pandemia COVID-19, por la protección de la salud de los dominicanos.
De igual modo, es su compromiso afrontar el desafío de coordinar proyectos con los empresarios, en aras de asegurar la reapertura de la economía y la producción, con el propósito de que casi un millón de trabajadores suspendidos por los efectos del coronavirus, puedan reintegrarse al trabajo y ganarse el sustento de sus familias.
Es imprescindible que los políticos usen el poder para dar respuestas a las necesidades materiales y espirituales de la población, aplicar la política al servicio de la colectividad, construir las obras vitales y destinar cada centavo en programas que beneficien al pueblo; esa es la fórmula para frenar al narcotráfico.
Ojalá que en los días que faltan para las elecciones del cinco de julio, se le impregne contenido a la campaña y se despierte una esperanza por un mañana promisorio.