“Cuando el pueblo se levanta no hay armas que lo detenga”.
La firme sorpresa del COVID-19 y sus secuelas de muertos al parecer no ha servido para ablandar los corazones de una clase racista, blanca por fuera y negra por dentro, la cual en pleno siglo XXI dictamina sus virtudes en favor de la ignorancia proclive y el desenfreno contra la diversidad de color humano, quienes desde hace varios días protestan en las calles de Estados Unidos, a los fines de que se le respeten sus derechos.
El fetichismo del presidente de EE. UU, Donald Trump, tras el asesinato indefenso del security George Floy, es un ejemplo fehaciente que debe ser analizado con objetividad, debido a los atropellos contra una raza que es; y ha sido el estandarte del desarrollo de una economía gringa que sólo tiene blanca la piel.
Las proclamas de exigir respeto evadiendo los rayos del sol y la oscuridad de la noche, furiosos, enardecidos, como suelen hacerlo cuando se trata de reclamar y defender a los indefensos, no han sido obstaculos para la comunidad negra, que se levanta como un león dormido y en plena cuarentena exige al gobierno que ser tratado en igualdad de condiciones.
“La estabilidad que promueve el presidente Trump en este país de idiomas internacionales”, sí entre comillas, se ve nublada en más de veinte estados que rechazan con actitudes, en algún momento adversas a los principios legales del racismo, lo que hace muchos años surtió un efecto devastador en la economía de los Estados Unidos.
El asesinato sin piedad, ejecutado con el poder deshumano de un policía blanco contra George Floyd, que según el perfil de sus seguidores fue un personaje pacífico, humano, responsable, trabajador, honesto, leal; y siempre dispuesto a ayudar, tienen al presidente Trump de rodillas. Los pronunciamientos del mandatario a través de las redes sociales generalmente son dirigidos a agredir la clase inmigrante y de color, sostén de la economía estadounidense.
En principio las protestas eran pacíficas, sin embargo; y según pasan los días, las mismas desbordan las simientes de los principios, convirtiéndose en provocativas y extrema ante una clase comercial que ve destruida en el menor tiempo, inversiones que necesitaron de un trabajo arduo para desarrollarse comercialmente.
Cada ciudadano tiene derecho a protestar pacíficamente y exigir respeto a sus derechos. Los movimientos de pacifistas se han convertido en bandálicos por el rompimiento y posteriores saqueos a establecimientos comerciales en toda la geografía de los Estados Unidos, con los cuales no estamos de acuerdo.
Las protestas y disturbios callejeros me recuerdan el asesinato de Martín Luther King Jr. (1968), principal militante de la no violencia en el movimiento de derechos civiles, el cual con gallardía, principios y solidaridad luchó exitosamente contra la dinastía racista que durante muchos años a promovido la discriminación en la legislación federal y estatal, razón por la cual cada 15 de enero se celebra el Día de la no violencia racial.
Las razas solo se diferencian en las culturas y el color de la piel, sin embargo, su sangre es del mismo color, lo que no quieren entender los gringos, quienes además de rechazar a los negros, también se apoderan de entornos cuando son resultante de beneficio. Esta cultura de empoderamiento oportunista y mezquino a ultranza, por parte de los Estados Unidos, es reincidente nacional e internacionalmente hablando. Sólo hay que repasar la hiostoria.
“En USA se respetan los derechos ciudadanos y las Leyes”, sí entre comillas, de ser así, por qué el policía causante del asesinato a Floyd no ha sido condenado?
Según los resultados de la nueva autopsia al cadáver de George Floyd, ciudadano afroamericano, este falleció a causa estrangulamiento por parte del agente policial Derek Chauvin, el pasado 25 de mayo en Minneapolis. Para el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, “el asesinato de Floyd no debería ser normal en pleno año 2020”.
En el verano de 1967 murieron unos 43 ciudadanos de raza negra durante enfrentamientos sangrientos entre manifestantes negros. Los policías que dispararon contra la multitud asesinaron 24 personas. Hoy esos disparos siguen siendo la principal causas de muertes en los Estados Unidos.
“El derecho no puede ser subestimado por el poder de la ignorancia y la indiferencia racial”.