Desde el domingo, los dominicanos tienen libertad de transitar sin limitaciones, luego de que el Poder Ejecutivo dejara sin efecto el toque de queda desde las ocho de la noche hasta las cinco de la madrugada, en virtud de ello, la población se expone a un alto riesgo para contagiarse de la pandemia COVID-19.
Aunque el estado de emergencia permanecerá hasta mañana, el peligro acecha y solo un comportamiento consciente y sensato de los ciudadanos podrá precaver e impedir el avance del coronavirus.
Pese a que se mantendrán medidas restrictivas como distanciamiento físico-social, uso de mascarillas, prohibiciones de actividades sociales, cierre de los centros de diversión y el protocolo sanitario, peligra la sanidad humana.
De igual manera no se pasará a la fase 3 del programa de la reapertura de la economía, porque las autoridades entienden que no se está preparado para restablecer todas las labores productivas y el roce social, en vista de que el COVID-19 se expande progresivamente.
Otras decisiones importantes están consignadas en la declaratoria de “emergencia sanitaria” y de “epidemia nacional” por parte de Salud Pública, las cuales deben ser acatadas sin resistencia por el bienestar de la colectividad.
Frente a la realidad del virus y la circulación de personas sin cortapisa, se impone actuar con madurez y conciencia plena, debido a que la prevención y el freno del coronavirus dependen de la prudencia de cada individuo, porque todavía no hay vacunas ni medicamentos para proteger a la población de la letal enfermedad.
La disminución de infectados y fallecidos, la recuperación de la economía y la convivencia en armonía estarán sujetas al accionar de la población, por tal motivo, es preciso acoger las disposiciones oficiales en procura de regresar a la normalización.
Como muy bien planteó el Presidente de la República, no es un momento para alarmas ni miedo, pero sí de ser cauto para prevenir y frenar el auge del virus, el cual ha causado estragos a escala planetaria.
Hay que abstenerse de propiciar aglomeraciones de grupos, realizar operaciones económicas sin autorización y promover actos masivos, hasta tanto no entre en vigencia la fase 3 de la desescalada, ya que ha sido aplazada por el Gobierno.
Es imprescindible comprender que con la invalidación del toque de queda no desaparecen los embates de la enfermedad invisible, por el contrario, las amenazas se incrementan, puesto que la gente se desplazará sin control.
Ahora es que se requiere de madurez y sensatez, porque la afluencia descontrolada de personas por todos los espacios del país complica la ejecución de las políticas sanitarias para contener al coronavirus y eso significa que la infección puede crecer a niveles insospechables.
Conjugar conducta, disciplina y voluntad es clave para la protección de la salud y todos los dominicanos deben sustentar su accionar en esa dirección por su propio bien o de lo contrario se exponen a padecer los rigores de la COVID-17 y eso lo colocará en ruta de los cementerios.
Que se asuman, pues, las precauciones necesarias para vencer al coronavirus y poder retornar a la naturalidad sin ningún temor.