Por Marino Báez
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Consciente de que el Covid-19 desde su descubrimiento ha significado un peligro para la República Dominicana, por la falta de inversiones económicas para contrarrestarlo, garantizar la reducción de infectados y posteriormente el número de muertos, el presidente Danilo Medina decide levantar la cuarentena que desde hacía meses tenía paralizada las actividades productivas en el país sin ofrecer asistencia eficiente al ciudadano, ni siquiera en la parte de salud, porque diariamente el número de contagiados es cada vez mayor de acuerdo con los porcentajes registrados en las provincias.
Recientemente el representante del Ministerio de Salud dio a conocer una cifra alarmante sobre el número de infectados en tan solo un día, además de unos cinco muertos una muestra de que esa cartera del Estado dominicano, durante la cuarentena ofreció un flaco servicio a la población a pesar de los incuantificables recursos que supuestamente invirtió, según profesó en su discurso de levantamiento el presidente Medina.
Más que levantar la cuarentena para reactivar la economía debió ser mandatario que el ejecutivo evaluara bien la decisión en el entendido de que el Coronavirus está tomando mucha más fuerza en el mundo y República Dominicana no escapa de ser mayormente afectada, debido a la falta de protección en las calles, negocios y actividades frecuentes como las desarrolladas en los centros de diversión, los cuales son incontrolables.
Visto el discurso y en esencia como lo descifró el mandatario, más que para reactivar los sectores productivos, comerciales y empresariales, lo consideramos como un discurso eminentemente político que garantiza al candidato oficialista asumir con irresponsabilidad el incremento de la campaña, visto los pocos días que faltan para que los dominicanos puedan ejercer su derecho al voto, garante de un cambio de gobierno que el país tanto lo necesita.
El hecho de que el presidente levantara la cuarentena en medio del incremento de casos no quiere decir que el Coronavirus ha desaparecido. Eso fue lo que dio a entender de forma interesada el ejecutivo para distorsionar la verdad y garantizar el uso de recursos proveniente del Estado a Gonzalo Castillo, el peor candidato presidencial que puede tener partido alguno, donde además de principios, también carece de capacidad intelectual, como afirmara recientemente el expresidente Leonel Fernández.
Los cambios en la administración pública de cualquier país del mundo, después de ver encarecer su economía por muchos años de inestabilidad gubernamental son esenciales, sobre todo en Latinoamérica, donde la democracia participativa se ausenta del reconocimiento a los valores y la estabilidad en los servicios sociales.
La economía del mundo en su extensa dimensión y tras sorprendernos el Covid-19 ha colapsado. Ese impacto surte efectos estrepitosos en países como Brasil, República Dominicana, Estados Unidos, México y Europa, para tan solo mencionar algunos de la extensa lista impactada por dicha pandemia.
En el caso específico de la RD, nos encontramos a escasos días para la celebración de un segundo proceso electoral donde el voto dominicano en el exterior surte efectos múltiples y los sufragantes están a la expectativa sobre cualquier tentativa orquestada por la JCE en complicidad con el gobierno, que sin menoscabo invierte a borbotones los recursos del Estado en busca de quedarse en el poder y en otro extremo utiliza los vehículos del propio organismo de elecciones para promover el candidato oficialista.
Cuando el pueblo se cansa de que lo engañen responde con gallardía a las mentiras de los extraños. El presidente Danilo Medina se endiosa vendiendo la imagen de un saboteador de la estabilidad económica que pernocta por las provincias del país haciendo el papel de un pordiosero que se amilana y se vende como humilde, sin embargo, en su interior es un oportunista partícipe de la corrupción administrativa.
Las encuestas objetivas y con ciertos marcos referenciales de investigación científicas dan como un hecho rotundo la derrota del candidato oficialista, el cual a través de su campaña proselitista ha roto los parámetros de la insensatez violando la Constitución, la Ley Electoral y lo más fundamental que puede tener un ser humano, los principios individuales, además de los controles impuestos por el Ministerio de Salud en contraposición al llamado para que los ciudadanos se mantuvieran en cuarentena.
El dinero proveniente de la corrupción administrativa podrá comprar muchas conciencias, pero jamás podrá comprar la decisión de un pueblo que ya decidió que quiere un cambio.
El autor es escritor y periodista
Reside en Estados Unidos
Junio 28, 2020