La extensión al estado de emergencia, es la respuesta lógica al avance del virus, roguemos a Dios que esta vez no prevalezca la testarudez y los “consejos” capciosos y se observen los protocolos de lugar.
Rabia y vergüenza, son las palabras que mejor definen mi sentir ante la indisciplina, ocasionando sin duda, de la pérdida de vidas humanas muy valiosas.
Parece que nos hemos cansado de vivir en democracia y algunos echan en falta la dictadura, es tremendo que tenga que desearse la imposición de la fuerza de la ley, sin embargo ante tales desacatos, lo más relevante es proteger la salud de todos y que las fuerzas del orden se encarguen de encerrar a los insensatos que violan la ley.
1,406 casos registrados y 29 defunciones en un día, es una estadística que marca un panorama negativo que habrá que frenar de cualquier manera.
La recaída se veía venir, dada la negativa de la gente a someterse a la rigurosidad del toque de queda y demás restricciones anunciadas para evitar el contagio.
Qué dirán ante el repunte, quienes se dedicaban a lanzar comentarios mordaces sobre una supuesta trama del gobierno para meter miedo a la población e impedir las elecciones, alegando que era un engaño del gobierno para tratar de obtener ventaja.
Tanto ellos como los incautos que haciendo de oídos sordos ante la realidad de un virus letal desafiaban las medidas, deberían responder ante las familias que hoy lloran la muerte de sus deudos.
Me agobia reconocer que mi país se deja embaucar con tal facilidad, aún a riesgo no solo de morir, sino de arrastrar con ellos a su familia. Falta educación, nada de protocolo y reglas sociales para presumir de finos, falta cultura señores, deberíamos luchar por hacer del nuestro, un país civilizado, es el cambio más importante al que deberíamos apostar.
El ministro de salud ha dicho una vez más que “el elemento clave” para detener la propagación del virus, es el toque de queda, señor ministro, usted no ha descubierto a América, ese mismo concepto se repite en todos los idiomas, en todo el planeta, lo peor es que sabiéndolo, no es acatado.
Los dominicanos como sabios que somos y “valientes” para denigrar y mal escribir opiniones y conceptos en el gran periódico que es Internet, tenemos nuestro propio código de ética y por ello estamos capacitados para juzgar y salvar situaciones, aunque la metida de pata nos deje tullidos para toda la vida.