Uno de los grandes desafíos que enfrentará el nuevo gobierno a partir del 16 de agosto, será el objetivo de mantener la estabilidad macroeconómica, condición muy deseada por los grandes intereses conservadores y por cierta ciudadanía que le teme sobre todo a la devaluación del peso. El PRM, heredero del perredeísmo, tiene que superar el estigma de que no sabe manejar la economía y su crecimiento.
Ese desafío debe enfrentarse junto a la otra expectativa creada por el lema de campaña consistente en la oferta del “cambio”. El nuevo gobierno tiene que operacionalizar e impulsar el cambio en el marco de la estabilidad. Y para eso ha comenzado a conformar un gabinete con profesionales muy conocidos y con excelente dominio en la materia de su incumbencia, lo cual augura en teoría un buen desempeño.
Llama la atención la ratificación del actual Gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, quien ha sido reconocido como un experto en la gerencia de esa importante entidad bancaria, garante de la estabilidad. Es una buena señal de que el nuevo gobierno pondera su trayectoria y contribución a la estabilidad macroeconómica del país, condición muy apreciada por los agentes económicos que operan en la economía, hoy día amenazada por la pandemia del covid-19 no solo a nivel local, sino también internacional.
La designación de Valdez Albizu, es pues, una oportuna y efectiva decisión del presidente electo. Así como también han sido buenas las designaciones de gran parte de su gabinete, faltando por designar áreas vitales para el desarrollo económico como son: turismo, industria y comercio, agricultura, salud y medio ambiente, así como la gran expectativa en el área del Ministerio Público, como expresión de la consecución del propósito de lograr una Justicia independiente, que combata con efectividad y seriedad la corrupción y la impunidad.
La estrategia que guie la ejecución de la nueva agenda del sector público, debe combinar con eficiencia y moralidad pública, el propósito de la institucionalidad democrática, fundamentada en la justicia y la ética, con el impulso del desarrollo auspiciando la expansión de la iniciativa privada, sin interferencia de la iniciativa pública, que debe concentrarse en la función pública, despojada de la distorsión de la política como negocio.
¡Ese es el camino del cambio para el desarrollo con estabilidad!
Una urgencia primera
Una urgencia que habrá de anteceder a la agenda del próximo gobierno, es la de enfrentar el cada vez más grave problema de la pandemia del covid-19.
La evolución ascendente e indetenible de contagiados y fallecidos, unido ahora al límite del colapso del sistema sanitario, hace urgente enfrentar de manera especial, ese problema del coronavirus. Incluso esta urgencia debería enfrentarse en esta fase de transición, combinando el sentido de responsabilidad del equipo de gobierno saliente y del entrante.
Según los sectores más sensatos y de la OMS y la OPS, es urgente la intervención del gobierno estableciendo medidas restrictivas que hagan cumplir el protocolo sanitario y se evite el relajamiento de la población, cuyo comportamiento “indisciplinado” y propenso a la violación de los procedimientos, pone en peligro la salud de la gente en medio de un coronavirus que se expande peligrosamente. Es necesario disciplinar las aglomeraciones de personas mediante un régimen de consecuencias.
¡Urge, pues, un verdadero plan de acción!