La brusca interrupción de la economía, la producción y la paz de la humanidad, como consecuencia de la inusitada aparición de la pandemia COVID-19, se expresa en un dramático cambio en el planeta que sumerge a la población en un estado de desasosiego.
Hoy día la vida está en riesgo, debido a la carencia de medicamentos y vacunas para prevenir, controlar y curar la enfermedad que causa estragos a nivel mundial; la inseguridad sanitaria atemoriza y nadie escapa de la incertidumbre provocada por el virus.
Distanciamiento físico-social, higienizarse con frecuencia y ampararse en la precaución son, hasta el momento, las fórmulas para evitar la infección, por tal motivo, es imprescindible tener conciencia de que la protección depende de cada persona.
Científicos en el campo de la medicina han advertido que el coronavirus podría convertirse en endémico, es decir, que sería permanente y esto implica que el hombre se prepare para convivir con el mismo; este diagnóstico asusta, pero al mismo tiempo convoca a la reflexión en busca de asumir los retos y crear las condiciones con miras a vencer las adversidades derivadas de la crisis sanitaria.
Millones de infectados y centenares de miles de muertos son cifras que estremecen, sin embargo, no debe haber espacios para intimidarse, por el contrario, es propicio fomentar unidad, solidaridad y valentía en la consecución del rescate de la naturalidad.
Es apremiante que los estados especialicen recursos y ejecuten programas eficaces para proteger la salud humana; esa es la prioridad, en atención a lo cual, es indispensable garantizar la sanidad de la población, porque solo de ese modo podrá incorporarse a las actividades productivas y producir cualitativa y cuantitativamente lo necesario para vivir sin sobresaltos.
No obstante, es pertinente definir políticas adecuadas a la realidad actual que aseguren la adecuada operación de las empresas, el comercio, centros educativos, campos deportivos, salas de diversión, transporte y eventos sociales, o sea, restablecer todas las manifestaciones que regulan el comportamiento de las sociedades y del ser humano.
Un desafío es comprender y asimilar la dimensión de la pandemia COVID-19, porque es vital para cohabitar con la enfermedad, puesto que los científicos han vaticinado que sería habitual y esto significa que no se iría nunca; interpretar esa objetividad es crear una coraza que impida la destrucción del mundo.
Cuando el coronavirus sea controlado todo será diferente y nada será igual, pues habrá que establecer un antes y un después, por eso, es oportuno irse preparando para enfrentar episodios dolorosos; pero al final el hombre tendrá que vencer y construir los surcos que conduzcan a la prosperidad, el bienestar social y la felicidad.
Articular conocimientos, sabiduría, creatividad, tecnología, innovación e inteligencia será clave para adaptarse a nuevos estilos de vida, trabajo, educación y la cotidianidad, debido al coronavirus; esa es la gran tarea que se tiene por delante.
COVID-19 es una enfermedad letal causada por el coronavirus que agrede y horroriza a la humanidad, la cual se esparce sin control y eso provoca mucho miedo.
Es oportuno, pues, prepararse para la coexistencia con la pandemia.