ARTICULOS: La moral de Abinader

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Por Luis Pérez Casanova

La dimensión y el giro de la crisis electoral de Venezuela relegan, pero no omiten luminosos gestos emanados del presidente Luis Abinader. Desde que de manera atropellada se proclamó la victoria del candidato oficialista, Nicolás Maduro, el gobernante dominicano, sin procurar glorias personales y sin otro compromiso que el de su vocación democrática, fue de los primeros en pronunciarse sobre la divulgación de las actas de votación para transparentar el escabroso proceso.

Abinader no solo coincidió en su reclamo con mandatarios considerados de derecha, algunos de los cuales podían simpatizar con el candidato opositor Edmundo González Urrutia, sino con los más acreditados gobernantes de izquierda de la región, como el chileno Gabriel Boric, el mexicano Andrés Manuel López Obrador, el brasileño Lula da Silva y el colombiano Gustavo Petro. Hasta el Partido Comunista de Venezuela, al que no se puede calificar de lacayo del imperialismo yanqui, se ha pronunciado a favor de que se transparente el triunfo de Maduro.

Al margen de las reservas sobre la evidente manipulación de unas elecciones en que el candidato oficialista advirtió que ganaría a las buenas o a las malas, principios y no intereses marcan la auspiciosa postura con la que el gobernante dominicano se consagra como estadista y referente en la región. Si Maduro puede probar que ganó limpiamente, Abinader, de seguro, no tardará en felicitarlo, porque su postura no es en su contra.

Es harina de otro costal que en lugar de presentar las actas que validan su elección Maduro haya reaccionado con una campaña de denuestos contra gobernantes y figuras internacionales y suspensión de relaciones diplomáticas con países que ni siquiera han desconocido su elección. Si alguien creó las condiciones para que se dudara su triunfo y se clamara por transparencia fue el propio gobernante venezolano. No ha de olvidarse que su primera decisión para hacerse un traje a la medida fue inhabilitar a la candidata opositora María Corina Machado y después a quien la reemplazó en la boleta.

Como la oposición decidió participar de todas maneras en los comicios entonces Maduro excluyó a más de cinco millones de votantes en el exterior, expulsó observadores de la Unión Europea, vetó la entrada de expresidentes contrarios a su régimen, pero también de aliados que criticaron sus acciones como el argentino Alberto Fernández. Habida cuenta de que ninguna de las medidas había intimidado a la población, Maduro recurrió a una represión selectiva.

Mandatarios como Abinader, en quien la ética ha prevalecido, no tomaron en cuenta ninguno de esos factores al pronunciarse única y exclusivamente en demanda de transparencia en el certamen.

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