ARTÍCULOS: En coche

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Por Edelvis García Herrera

Durante un mes, el boricua Benito Martínez Ocasio, desde finales de julio a hasta los de septiembre, mantuvo un espectáculo en el Coliseo de Puerto Rico, titulado «La Residencia de Bad Bunny», que unificó al pueblo, levantó su espíritu patriótico y lo trasladó  a sus raíces históricas y culturales.

A través de la «Residencia», el  mundo conoció lo que es la bomba, un ritmo afrocaribeño con un diálogo rítmico entre bailarín y tambores; la plena, de carácter narrativo, y a veces  social; pero también la contradanza isleña, la música jíbara, la salsa y el reggaetón.

Pero también conoció los vestidos autóctonos con sus sombreros «pavas»; se conoció jíbaro, la flora y la fauna (la cayena, el coquí…); asimismo, la gastronomía, y sus paisajes.

 No había vergüenza del pasado ni de sus legendarios personajes.

Allí se creció el orgullo de ser boricua y la idea de romper con el colonialismo cultural, económico y político, para que no les pase como a Hawai, que producto de la colonización gringa perdió su identidad, su producción en proceso de emigración y de gentrificación.

Es decir, un espectáculo divertido, pero que despertó conciencia. Y no es que se espere un independentista tipo Emeterio Betances, Hostos o Pedro Albizu Campos. Tampoco significa que sea todo por amor al arte; no obstante, Bad Bunny está asumiendo una práctica y un discurso correctos en el contexto en que vive.

Por el otro, paralelamente a «la Residencia» se desarrollaba «La Casa Alofoke», que glorificaba el presentismo, la banalidad absoluta de poseer; una vergüenza del pasado.

En esa Casa nadie aprendió lo positivo de RD; nadie supo si existen los guloyas y la cofradía del Espíritu Santo, patrimonios de la humanidad; tampoco ell carabiné, la mangulina, el balsié, los atabales, ni las salves, ni las décimas, ni las marchantas; tampoco la música de Ñico Lora, los pianistas y percusionistas de hoy, o los egresados de una escuela de arte. Ni del triciclero, ni el aguatero, o el carbonero.

El elitismo se usó para seguir borrando la historia, sin ningún respeto por ella; enarbolando a Trujillo (no es casual que usaran a un tipo con ese nombre y que ofendió a las Mirabal, y dizque el guionista defiende su dignidad); promoviendo la riqueza material excesiva; negando nuestra identidad e invisibilizando a los oprimidos.

Todo esto ocurre como forma de escape a una realidad, mientras las multinacionales saquean y destruyen bosques, ríos y mares; mientras el gobierno hipoteca el país y desalojas a los barrios de negros y pobres mulatos para entregar los terrenos a los ricos.

Un show para aplastar la resistencia de la juventud, seguir creando modelos falsos, en medio de la falta de la solidaridad con los inmigrantes en RD o con los palestinos.

Ese tipo de actividades avergüenzan a cualquier país que tenga educación. Perotambién debe avergonzar al Ministerio de Cultura y al gobierno de Nazinaber.

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